Algunos apuntes históricos sobre amor, matrimonio y adulterio

Matrimonio y adulterio han recorrido la larga curva de la historia dados de la mano, pues este no puede existir sin el aquel. El adulterio ha sido condenado, tomado como delito o pecado, alabado, usado como excusa y motivo, calumniado y constantemente practicado por todas y cada una de las civilizaciones que han poblado la tierra desde que los humanos empezaron a juntarse cerca de algunos ríos, a cultivar más comida de la que necesitaban y a crear estados con reglas bajo las que vivir por el bien social.

La evolución del matrimonio en el mundo occidental, que ha pasado de ser un contrato económico entre familias a ser, eminentemente, la manifestación de amor y compromiso de dos personas, no ha impedido que el adulterio asome sus orejas tanto en sociedades que lo contemplan como algo aberrante que jamás debería suceder como en aquellas que lo toman más relajadamente, entendiendo que su existencia no es condenable o, al menos, algo que tenga que tomarse tan en cuenta.

Solo cuatro del montonazo de puntos, situaciones y condiciones históricas que han puesto su grano de arena en la construcción de la concepción que tenemos actualmente del matrimonio y el adulterio son los siguientes:

Códigos antiguos, leyes arcaicas.

Hammurabi fue un señor, probablemente con barba, que reinó en la antigua ciudad estado de Babilonia hace casi 4000 años. Es famoso por producir uno de los códigos de leyes escritos más antiguos encontrados y que mejor se ha conservado. Como no podría ser de otra manera, dados los estándares históricos, la mujer ocupa un lugar muy bajo en una hipotética jerarquía legislativa. El código, sin ir más lejos, acusaba de adulterio a una mujer violada, a la que luego se condenaba a morir. De vez en cuando aun se oye alguna abominación parecida en las noticias. Pero lo que interesa es que es una de las primeras nociones históricas escritas que legisla, hace notar y castiga un posible adulterio.
En la Torah judía, o Pentateuco del Antiguo Testamento cristiano, aparecen pasajes que prohíben las relaciones extramaritales. En el Éxodo se expresa que no ha de desearse a la mujer del prójimo, ni a su asno, ni a su buey entre otras cosas (Ex 20:17). En el Deuteronomio se sugiere el apedreamiento de mujeres que no llegan vírgenes al matrimonio (Dt, 22:21). En el levítico, al menos, en caso de que haya adulterio se ordena la muerte de hombre y mujer (Le, 20:10).
En definitiva, las leyes antiguas basadas tanto en códigos como en escrituras mitológicas estaban diseñadas para proteger la posesión de los hombres, tanto maridos como padres, de otros hombres. A menudo mediante la destrucción de esa posesión adulterada: la mujer.


Un fragmento del código de Hammurabi, en cuneiforme.


Amistad griega y herencia.

Siempre se ha dicho que los griegos eran unos espabilados para todo. Aritmética, geometría, astronomía, taxonomía y la mayoría las cosas bonitas de que disponemos los europeos vienen de la antigua Grecia. Los griegos también opinaban que el llamado amor solo podía darse entre dos hombres. La mujer no era más que el recipiente en el que se dejaba la semilla de la futura generación. Parece ser que era una práctica común verter los componentes de la pasión, el amor y la emoción en sus prójimos y compañeros de trabajo, o sea, tener un amigo fuera de matrimonio. La tradición estoica establecería después que la pasión romántica no era más que una distracción activa de los verdaderos objetivos intelectuales que todo hombre debía perseguir. Más tarde, la cristiandad entraría por la puerta del estoicismo para adoptar las ideas reprobatorias del sexo y el amor, pero apartaría con un palo la homosexualidad.

Dibujo de una vasija de los museos vaticanos. Con perro.


Ovidio y la caballería.

Ovidio fue un poeta romano la leche de famoso, que entre otras grandes obras dejó una titulada Ars Amandi, o el arte de amar, un poema didáctico que enseñaba las formas de conquistar a una dama, de mantenerla ante la competencia y trucos para ser el mejor amante del vecindario. Más tarde escribiría la versión inversa, en la que sugiere a las mujeres maneras de encandilar a hombres, y qué echarles de comer.
Tuvo mucho éxito en su época, pero se puso muy de moda a finales de la alta edad media, cuando la caballería estaba en auge y se glorificaron el honor, la lealtad y el amor pío. La clásica estampa de un caballero, a punto de justar, declarando su amor imposible por la esposa o hija de algún otro noble y entregándole una prenda en señal de honor y respeto aburre. La cuestión importante aquí es notar el carácter inocente o simplón que se le da al amor, en contraposición al sexo mundano o a la dimensión de matrimonio como negocio, tan habitual (prácticamente la norma) entonces.

Portada de Ars Amandi. S. XVII. 


Religión y tradición.

Y es que en los países de la costa mediterránea, y en la península ibérica en particular, el poder económico base del matrimonio por conveniencia practicado hasta casi antesdeayer, la condena católica del divorcio y la herencia  del amor caballeresco naive dibujan un patrón por el que el matrimonio es una sagrada institución que garantiza el bienestar social y la progenie, y su ruptura o aventuras fuera del mismo son inaceptables. Qué chorrada, ¿eh?

Lo cierto es que el matrimonio tenía un gran sentido cuando se inventó. Ayudó a forjar alianzas importantes que diseñaron parte del mundo en que vivimos hoy en día, permite a clanes sobrevivir con la combinación de sus recursos y permitía la descendencia ordenada y, de esa manera, el paso organizado de generaciones que mantenían el motor económico y social en marcha sustituyendo a las anteriores.

Tanto el matrimonio como el adulterio tienen la importancia que se les quiera dar. Tanto por motivos religiosos como sociales casarse puede ser un paso importante para uno, un trámite para otro o algo de lo que ni oír hablar para aquel. El adulterio, por su parte, deberá someterse a juicio en base a las características que dan forma a la pareja o trío o lo que sea en que se ha dado. Puede no significar nada para uno, algo por lo que exigir perdón para otro y el motivo por el que romper la relación para aquel.

Lo importante es tener claro con la pareja las condiciones de la relación.



¡Hasta pronto!

1 comentario:

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