Encontrar al compañero vital, parte 2

Esta es la parte 2. Pulsa aquí para ir a la parte 1.

Lo dejamos con la siguiente cuestión: si elegir a la pareja adecuada, al compañero para la vida, es una de las cosas más importantes del mundo justo por detrás de mantenerse vivo y reír, ¿por qué hay tanta gente buena, inteligente y capaz que termina emparejándose con gente que la deja insatisfecha o la hace infeliz?

Pues, dijimos, porque hay algunos factores que parece que juegan en nuestra contra:

Es difícil saber lo que se quiere de una relación.

Cuando se está soltero es fácil imaginarse una relación idílica en la que todo va bien, en la que no hay discusiones ni problemas que vayan minando la confianza del uno en el otro. No es fácil imaginarse la parte oscura de las relaciones cuando no se está inmerso en una. Si no hay relación, no se sabe qué es lo que nos irrita o molesta de la persona con la que podríamos convivir, y es que uno no se hace bueno en algo que no ha practicado varias veces. Pero el tiempo es limitado, y una persona no puede tener muchas relaciones antes de encontrar al compañero para la vida potencial. Lo importante aquí es saber que cuando una relación comienza sus integrantes no son más que dos novatos que no saben muy bien lo que quieren el uno del otro. Que se lleven finalmente bien depende de otros factores.
La gente suele depender de lo que está bien visto.

No está muy bien visto analizar minuciosamente a nuestras posibles parejas, por supuesto ¡es mucho mejor que el amor nos indique quién es el afortunado! Si llevas un negocio, la sabiduría popular y el sentido común afirman que lo llevarás más efectivamente si has estudiado cómo hacer negocios, si tienes un plan de desarrollo bien diseñado y si analizas la trayectoria de tu negocio diligentemente. Esto es lógico, porque esa es la manera en que uno actúa si quiere hacer algo bien minimizando errores.

Pero si alguien fuese a estudiar cómo elegir compañero vital y cómo formar parte de una relación sana, si diseñara un plan de acción detallado para encontrar esa pareja y mantuviera su progreso organizado rigurosamente y con hojas de cálculo, sus allegados dirían que A) es una máquina sin sentimientos, B) se preocupa demasiado sobre ello y C) es un friki.

Y es que, como decimos, en lo que a la búsqueda de pareja respecta, nuestro entorno suele ver con malos ojos pensárselo demasiado y empuja a las personas a optar por cosas como confiar en el destino, seguir lo que dicte el corazón o esperar lo mejor. Si el propietario de un negocio siguiese esas directrices, probablemente fracasaría. Y si tuviese éxito sería parcialmente debido a la buena suerte. Si vamos a dejar la responsabilidad de encontrar la pareja adecuada en manos de la suerte, apaga y vámonos.

Las condiciones de mercado.

Es cierto que cuando se está buscando pareja pesan más, por desgracia, las opciones que haya disponibles que las preferencias de cada uno. Si se sale una noche con el plan de elegir a alguien alto, bajo, gordo, delgado, con formación o sin ella, ello depende en la mayoría de las ocasiones en lo que está disponible esa noche. En otras palabras, la gente acaba eligiendo del grupo de opciones que tiene, sin importar de qué manera esas opciones se adecuan al modelo requerido. Aquí es donde entra el apartado anterior, pues una búsqueda detallada del mejor compañero posible puede ayudarnos a despejar la incógnita y a cribar a las personas disponibles. Pero claro, analizar demasiado la cuestión es de frikis. Lo que hay que hacer es tropezar con tu compañero vital por la calle, que te lo presenten unos amigos o que vuestras manos se toquen cuando los dos vais a meter una moneda en una máquina expendedora. ¡Eso sí es romántico!  

La regla equivocada.

Hay cierta prisa por encontrar al compañero vital. La regla suele ser casarse o comprometerse con alguien antes de ser demasiado mayor – y “demasiado mayor” va desde los 25 hasta los 40 años, dependiendo de dónde vivas. La regla debería ser hagas lo que hagas no te comprometas con alguien equivocado, pero por desgracia suele verse con peores ojos a un soltero de 43 años que a alguien de 43 infelizmente casado y con dos hijos. Como se dijo en la parte 1, el soltero está a un paso de una hipotética relación feliz mientras que el comprometido debe conformarse con infelicidad permanente o soportar una ruptura compleja solo para alcanzar la situación del soltero.

La química y el reloj biológico son unas perras.

Cuando una persona ve a alguien y siente la más leve punzada de excitación su biología entra en modo venga, vamos a hacerlo y le bombardea con químicos diseñados para empujarle al apareamiento (deseo), a enamorarse (fase de la luna de miel) y a comprometerse (apego). Su cerebro puede ignorar este proceso si el otro no le parece suficientemente atractivo, pero en todos esos casos comunes en los que lo mejor sería pasar del tema y buscar algo mejor, la gente suele sucumbir a la montaña rusa química y acaba comprometida con quien no le conviene.

Por su parte, una mujer que quiere tener hijos biológicos con su pareja tiene una limitación muy importante en su contra: tiene que elegir al compañero vital adecuado prácticamente antes de los cuarenta, sí o sí. Esto es sólo un hecho mierdoso que hace de un proceso ya de por sí complicado aun más estresante. Aun así, si por mí fuera, y ya sé que nadie me ha preguntado, preferiría adoptar niños con la pareja vital adecuada que tener hijos biológicos con la equivocada.


Así que cuando tienes a un grupo de personas que no saben muy bien lo que quieren en una relación, los metes en un entorno que les dice que tienen que encontrar una pareja vital pero que no deberían darle demasiadas vueltas ni buscar en exceso pero que tienen que darse prisa, y lo combinas con una biología que nos droga mientras intentamos decidir lo que hacer y nos promete dejar de producir niños a partir de cierto tiempo, ¿qué obtienes?
Pues un frenesí de decisiones importantes basadas en malas razones y mucha gente cometiendo errores en la decisión más importante de sus vidas. 
Hay varios perfiles de personas que suelen elegir mal o convertir una relación en una auténtica mierda, pero eso lo veremos en la parte 3. ¡Aquí está la parte 3!


¡Hasta pronto!

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